PARISA KUAN YIN
URUGUAY
Un templo es un espacio en nuestro corazón,
no para esconder lo que nos pasa,
sino donde poder mirarlo de frente,
con atención y cuidado...
La palabra meditación es una traducción de la palabra bhāvanā en lengua Pali, lengua en la que fueron registradas las enseñanzas del Buddha. Bhāvanā quiere decir en realidad 'desarrollar, cultivar, la mente-corazón'. Ese desarrollo se hace a través de las dos formas de meditación que enseñó el Buddha, llamadas samatha y vipassana. Samatha, que se traduce como tranquilidad o serenidad, son técnicas que llevan a calmar la mente. La calma mental a su vez aumenta la capacidad de concentración que es necesaria para la investigación de los procesos mentales y físicos, y su inter-relación. Y la concentración deberá estar basada en una 'conciencia benéfica' posible solo a través del respeto de preceptos morales y éticos, que son la premisa de un ser en el camino de la iluminación. Vipassanā quiere decir visión directa, penetrante, de los fenómenos de nuestra realidad tal como son. Su práctica requiere empezar un proceso de conocimiento de los mecanismos mentales y físicos a través de una investigación personal, experiencial. Si bien meditar es simple, también es difícil, porque implica observar nuestra propia mente en acción. Es decir, ver en vivo y en directo lo que hace la 'mente mono' que salta de un pensamiento a otro de forma automática, incontrolable, sin que sepamos o podamos realmente detenerla. Para poder detener o calmar las preocupaciones o el estrés que trae una mente discursiva es necesario comprender cuales son las causas que producen el estrés. Ajahn Fuang, el maestro de Bhikkhu Thanissaro, dijo lo siguiente: "Todos queremos felicidad, pero la mayoría del tiempo no estamos interesados en construir las causas para la felicidad. Todo lo que queremos son los resultados. Pero si no nos interesamos en sus causas, ¿cómo podrían aparecer los resultados para nosotros?" Calmar y tranquilizar la mente mono requiere primero 'verla en acción' para ver qué hace: eso es el comienzo de Vipassanā (visión penetrante). Samatha (tranquilidad) consiste en muy diversas prácticas de concentración en un objeto determinado. Dichas prácticas deben estar sustentadas por un desarrollo de cualidades tanto espirituales como éticas y morales que el Buddha enseñó. Son 40 prácticas en total y están destinadas a producir la calma mental porque estabilizan, aquietan la mente, lo cual permite alcanzar gradualmente diversos tipos de concentración. Durante ese proceso, al 'ver la mente en acción' por nosotros mismos, vamos tomando conciencia de cómo se arman tanto las preocupaciones, el estrés, las ansiedades y miedos, como también los estados más puros de serena alegría y paz. Así es como Samatha y Vipassanā trabajan juntas complementándose en una práctica tanto sentados como en la vida cotidiana, alcanzando diferentes niveles de conocimiento de los mecanismos que arman el estrés. Con el tiempo y la regularidad en la práctica aprendemos a no involucrarnos tanto con las historias que la mente imagina y nos cuenta. Es decir, empezamos a ver, a comprender las causas subyacentes a esos diversos estados. El Buddha enseñó una habilidad que todos pueden aprender, posible para todos. Esa habilidad es la de construir "una felicidad verdadera y durable en esta vida" para todo ser humano sin discriminación de ningún tipo, que no daña a nadie, a ningún ser viviente, benéfica para todos. Y enseñó el camino hacia ella durante 45 años hasta su muerte. Las oportunidades de práctica intensiva alejados de los estímulos sensoriales habituales son fundamentales: favorecen la concentración en un marco de protección, seguridad y cuidado y permiten compartir el silencio junto a otros practicantes. Nos llevan a avanzar en la práctica, y a menudo permiten dar saltos cualitativos importantes de comprensión, insights, tomas de conciencia del resultado de las acciones intencionales mentales, verbales, corporales.